¿Botox y suelo pélvico?
La toxina botulínica es un fármaco cuyo uso está cada vez más extendido en distintos ámbitos. Una de las marcas comerciales más conocida es el Botox®. Que la mayoría de las personas relaciona con el uso con fines cosméticos (para borrar las arrugas).
Pero su aplicación en el ámbito de la Medicina persigue objetivos bien distintos y variados: es una poderosa arma contra la espasticidad, permite tratar las secuelas de una parálisis facial o evitar el exceso de sudoración. Alivia cefaleas y contribuye al tratamiento de otros dolores. Pero ¿Botox y suelo pélvico? También.
¿Cómo actúa la toxina botulínica?
La toxina botulínica es una neurotoxina producido por la bacteria Clostridium botulinum. Aunque en el post solo pretendo contaros sus usos y beneficios, en realidad la toxina botulínica es uno de los venenos más potentes que existen, pues actúa provocando una parálisis muscular, que podría resultar letal.
Esta parálisis muscular, provocada en una localización precisa y con la dosis adecuada, es la que permite conseguir el efecto terapéutico buscado. Si, por ejemplo, inyectamos toxina botulínica en un músculo espástico (un músculo con un exceso de tono) como el de la imagen inferior es posible disminuir dicho tono y relajar el músculo. Lo que puede contribuir a mejorar la función de la mano o, al menos, evitar complicaciones relacionadas con la postura anómala.
Además de Allergan (Botox®), otros laboratorios comercializan toxina botulínica: Merz (Xeomin®) o Ipsen Pharma (Dysport®).
Botox y suelo pélvico
El uso de toxina botulínica para el suelo pélvico es relativamente reciente. Sus principal indicación es el dolor miofascial (o el síndrome miofascial del suelo pélvico). Y otros procesos dolorosos como la fisura anal.
En cualquiera de estas situaciones, el principal problema radica en que el exceso de tono de la musculatura del suelo pélvico pone en marcha el círculo vicioso del dolor. Al doler más, aumenta la tensión en la musculatura, que intensifica el dolor y a su vez el tono muscular. En este proceso, además, pueden verse comprometidas las funciones de continencia urinaria o fecal y la sexual.
Cuando administramos la toxina en el músculo afectado su tono disminuye, se relaja. Lo que en muchos casos significa dar el primer paso de la recuperación. Habitualmente la administración de toxina debe acompañarse de otros tratamientos o medidas. Por ejemplo, en el caso del dolor miofascial suele indicarse posteriormente tratamiento manual o automasajes de la zona afectada; en otros casos como en la fisura anal, se deben seguir el resto de recomendaciones que ya os conté, para favorecer la curación completa de la fisura.
Es decir, la toxina suele ser una herramienta más (muy útil) en el abordaje de la mayoría de los procesos dolorosos del suelo pélvico.
¿Quién la administra?
La toxina botulínica sólo puede ser administrada por médicos con formación específica en esta materia.
Es una intervención que se suele realizar en la misma consulta médica (no es necesario hacerlo en el quirófano). La técnica consiste en localizar el músculo o músculos diana (los afectados) mediante palpación o con la ayuda de aparato de imagen (ecografía). Una vez localizado, se inyecta la solución de toxina botulínica (previamente diluida en suero fisiológico o anestésico local) en uno o varios puntos del vientre muscular. Todo el proceso, si se realiza por manos expertas, no suele durar más de 20-30 minutos.
¿Has recibido tratamiento con toxina botulínica en tu suelo pélvico? ¿Nos cuentas tu experiencia?
Fotografía: Helena Sir en Flickr
Dra. Laura Morales Ruíz
Rehabilitación del Suelo Pélvcio
PROSTATITIS CRONICA / SINDROME DOLOROSO PELVICO CRONICO
MADRID UROLOGIA
Calle Corazón de María 23. Primero B. Chamartín. Madrid
📞 910 32 73 74
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